miércoles, 6 de enero de 2016

ORACIÓN DE LA MAÑANA. JUEVES 7 DE ENERO

Mt 2, 1-12


Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo». Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 

Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: ‘Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel’». Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.»

Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.            

                                                                     PALABRA DE DIOS







Oración:

Jesús, tú aún no lo sabes, pero eres un rey. Eso sí, un rey diferente. Te hemos contado muchas veces cómo naciste. Aquel viaje a Belén, lo pobres que éramos, y que naciste en un establo porque no había sitio para ti en la posada. Teníamos tanto miedo… Luego, cuando naciste, todo el miedo se fue. Era mirarte y sentir una profunda alegría. De golpe, se oyeron pasos. Yo pensé que venía alguien del pueblo, o algún pastor, pues ya habían venido otros. Pero entraron tres hombres extraños. Vestían trajes muy vistosos. Fuera dejaron criados y una gran caravana. Se veía que venían de lejos. En cuanto te vieron, ya no pudieron quitarte los ojos de encima. Sus rostros se llenaron de alegría y se arrodillaron delante de ti. Yo sabía que Dios estaba detrás. Entonces sacaron regalos que pusieron ante ti. Eran regalos propios de un rey. Sentí entonces, una vez más, la certeza de que venías del mismo Dios. Y empecé a comprender que tú le vas a enseñar al mundo algo muy distinto. Aquellos hombres se fueron. No llegamos a intercambiar ni una palabra, porque no hablábamos el mismo idioma. Pero a veces no hacen falta las palabras, porque cuando nuestros ojos se encontraron, supe que, al mirarte, todos veíamos lo mismo.



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